Si bien no en completa retirada, se puede decir que Wikileaks está reagrupándose. Para defenderse de un ataque de denegación de servicio se refugió en la nube de Amazon, hasta que el temible senador Joe Lieberman presionó a la empresa estadounidense hasta que les cortó el grifo del servicio, por algo que ni siquiera está claro que sea delito en Estados Unidos. En lo personal, el martes de semana nos llegaba la noticia de que ahora la Interpol tiene una orden de detención contra Assange por crímenes sexuales, a petición de la policía sueca. La policía británica se ha unido a la búsqueda; dado que se rumorea que Assange está en Gran Bretaña, parece que el círculo se estrecha. Sin embargo, callar a Wikileaks y a Assange sería sólo poner el dedo en el dique. Como cuenta un artículo de The Economist, antes de la era digital no era posible salir de un centro militar con cientos de miles de documentos en el bolsillo. Wikileaks es sólo un síntoma de la necesidad de difundir secretos de algunas de als personas que los tienen a su cuidado; la única forma de evitar esa difusión en el futuro es si las personas que trasiegan esos secretos deciden no divulgarlos.
Fuente:http://ciberderechos.barrapunto.com/ciberderechos/10/12/02/0859253.shtml
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